“El arte es de los mundos que más necesita del deseo”. 16 de noviembre del 2013.
La frase le pertenece al artista
Eduardo Médici que el sábado dictó una Clínica de Obra con la coordinación de
la artista Marcela Furlani en su Espacio Diagonal.
Y el primer deseo era saber de qué se trataba
la “clínica”. Desde las 9.30
empezamos a llegar , fuimos alrededor de 20, cada artista con sus obras, su producción para
exponerla ante los pares, los colegas
para “ver qué hacemos”. Médici habla de una Clínica de obra como de un “tráfico
de experiencias”.
Y fue tal
cual, un ir y venir en forma de palabras
para HABLAR de diversas imágenes en
forma de videos, obras que vimos por
celular, bastidores en las paredes desnudas, se ponía por turno lo que cada artista tenía para mostrar exponiéndose
con su producción, ante la vista y la opinión de sus pares y a la espera del
“juicio” certero y no complaciente de
Médici, de sus preguntas con sus advertencias, sugerencias, razonamientos , con
la participación de Marcela que puede “acercarse” y “tomar distancia” de la
obra valorando siempre lo rescatable de la praxis de cada artista.
“Hay
que buscar una idea”,”…la obra nace de un conflicto”, “…la necesidad es el
fantasma de cada uno”, “… Uno tiene que desconocer lo que hace, si uno conoce,
no indaga…”,”… el arte hoy es edición….”, “….el mercado nos domestica”, “…hay
que estar conectado con el mundo y saber qué pasa allá afuera”, estos y tantos pensamientos para mirar de otro modo,
para trabajar y pensar ideas, conceptos, caminos, con distintos
soportes, con poéticas tan variadas,
para trabajar y construir desde las fortalezas propias.
Creo que si algo resume tamaña experiencia es
la generosidad y el buen clima, los silencios y las devoluciones que nos hacían
compartir, comparar o sentirnos identificados.
La jornada se prolongó hasta las 18.30, un almuerzo gourmet ideado por Marcela y hecho
con sus manos y la ayuda de Alicia, nos agasajó con belleza y dedicación,
repollos, alcaparras, quesos y champignones, un exquisito lomo cocinado por la
ella misma, jamón, bebidas, algún
vinito. Todo en una pausa que nos hizo conocer, encontrarnos con gente que hacía tiempo no veíamos, todo con el
diálogo permanente de lo artístico, llámese plástica, cine, arquitectura,
libros, teorías y tanta palabra para reunir gente con inquietudes y edades tan
distintas pero con la misma pasión.
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